Siempre me gustó el campo.
Ese juego de viento, sentir la hierba húmeda, pelota con el perro. No siempre igual.
Todo era tan diferente de mi noche oscura y fría.
Empecé a pensar que me faltaba una compañía.
Sí, la hija de la criada, yo mismo creé esta situación.
Podría haber atraído la mayor, pero la más pequeña era más risueña, más dócil, le gustaba más correr con el perro.
No es fácil vivir así, o sol e o verde me revivem, este viaje sin fin, la angustia del trabajo técnico, mi camino solitario por el vacío.
Ella se estaba volviendo cada vez más infantil mientras jugaba en el campo.
Yo, cada día más paternal, protector, más cercano a la protección y al placer.
Y cómo sonreí jugando a la pelota.
Tenía una forma de girar la cabeza un poco rápida, un gesto de insecto, un gesto de juguete.
Mi soledad era un abismo. Soy embarcación sin vento.
Estaba en un sueño, el castillo estaba muy lejos, por fin quise convertir el abrazo en un beso y el beso...
Fue entonces cuando la máquina se detuvo. Esa noche no pude dormir, mientras la nave atravesaba el espacio oscuro.
*
AJR